GöteborgsOperans Danskompani: Hammer

En el enclave de Hammer, una comunidad en la que reina la armonía y se comparte un estilo de vida inspirado en los principios altruistas de la era hippie, la vida transcurre entre juegos, cantos y días de disfrute colectivo. Sin embargo, conforme avanza el tiempo, esta comunidad se ve gradualmente influenciada por los avances de la era moderna, dando paso a la instauración de un sistema de vigilancia que se vuelve omnipresente.

Con el aumento de la vigilancia, el comportamiento grupal comienza a mostrar signos de individualismo y egoísmo, alejándose de la esencia inicial de solidaridad y cooperación que les definía como comunidad. Este cambio progresivo conduce a ese colectivo hacia una dinámica de desunión y desconexión social.

En un giro de los acontecimientos, nos adentramos en un nuevo escenario en el segundo acto, donde nos topamos con un grupo de individuos confinados en burbujas solitarias, cada uno inmerso en su propia conciencia. La convivencia en esa realidad fragmentada los confronta con sus propias máscaras y falsas apariencias, haciéndoles tomar consciencia de la futilidad de sus pretensiones forjadas en la individualidad y la falta de autenticidad.

Ante la imposibilidad de sostener las apariencias y las fachadas conscientes de imagen, la comunidad se ve compelida a regresar a sus raíces de solidaridad y altruismo, reconociendo en la unidad y la colaboración mutua la auténtica esencia de su existencia colectiva.